¿Qué es el SIBO?

El SIBO se trata del sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado caracterizada por un aumento anormal de las poblaciones bacterianas. En este artículo, profundizaremos en algunos detalles, explorando su aún desconocida fisiopatología, las manifestaciones clínicas, modalidades de diagnóstico y estrategias de tratamiento basadas en evidencia.
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El SIBO se ha convertido en una preocupación importante en el ámbito de la salud gastrointestinal. Se trata del sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado, o más conocido por sus siglas en inglés, SIBO. https://trends.google.es/trends/explore?geo=ES&q=sibo&hl=es. Esta afección, caracterizada por un aumento anormal de las poblaciones bacterianas en el intestino delgado, plantea desafíos complejos tanto para el diagnóstico como para el tratamiento. En este artículo, profundizaremos en algunos detalles, explorando su aún desconocida fisiopatología, las manifestaciones clínicas, modalidades de diagnóstico y estrategias de tratamiento basadas en evidencia.

 

¿De qué se trata?

El sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado (SIBO) es una enfermedad de gran importancia clínica y socioeconómica y está causada, como su nombre lo indica, por un crecimiento excesivo de bacterias en el intestino delgado. La microbiota fisiológica es reemplazada por bacterias patógenas principalmente del intestino grueso, lo que da lugar al fenómeno de disbiosis. La presencia de SIBO altera la digestión y la absorción en el tracto alimentario, lo que parece causar inflamación. Además, podría afectar la morfología y función del sistema digestivo y causar complicaciones sistémicas como por ejemplo la osteoporosis y/o anemia macrocítica.

Como es sabido, la microbiota o microbioma intestinal es un ecosistema polibacteriano complejo ubicado en el organismo humano y que afecta a su huésped de muchas maneras. Se diferencia cuantitativa y cualitativamente según su ubicación en el tracto gastrointestinal y cuya proporción de bacterias anaeróbicas aumenta gradualmente hacia el extremo distal.

Haced clic aquí para leer uno de nuestros artículos donde profundizamos acerca del tema.

 

¿Qué hay de su fisiopatología?

Lamentablemente, el SIBO cuenta con una fisiopatología poco conocida. En general se caracteriza por alteración de la motilidad, hipersensibilidad visceral, interacción anormal cerebro-intestino, disfunción autonómica y activación inmune.

La fermentación de los carbohidratos de la dieta por parte de las bacterias colonizadoras del SIBO termina con la producción excesiva de gas, lo que genera los síntomas de esta patología.

 

Manifestaciones clínicas

Reconocer las diversas manifestaciones clínicas de SIBO es crucial para la detección e intervención tempranas. Diversos estudios documentaron meticulosamente los diversos síntomas asociados con SIBO, que van desde hinchazón, dolor abdominal y diarrea hasta malabsorción de nutrientes. Los matices de la sintomatología subrayan la necesidad de un enfoque matizado del diagnóstico y el tratamiento.

Las manifestaciones clínicas de SIBO se extienden más allá de los síntomas comúnmente reconocidos y abarcan un espectro que va desde molestias gastrointestinales hasta manifestaciones sistémicas que pueden ser confundidas con otras entidades.

Normalmente, los principales mecanismos que restringen la colonización bacteriana en la parte superior del intestino son la barrera ácida gástrica, la inmunidad mucosa y sistémica y el aclaramiento intestinal. Cuando estos mecanismos fallan, se desarrolla un crecimiento excesivo de bacterias. La diarrea, esteatorrea, dolor abdominal crónico, hinchazón y flatulencia son síntomas comunes y a su vez son similares a los observados en el síndrome del intestino irritable. https://doi.org/10.1159/000103892

Modalidades de diagnóstico

El diagnóstico preciso constituye la piedra angular de un manejo eficaz del SIBO. Estos estudios tratan de profundizar en las complejidades de las pruebas, proporcionando un marco sólido para que los médicos puedan aceptar los desafíos de diagnóstico que se les plantea. A lo largo de los años se han utilizado cultivos cuantitativos del contenido del intestino delgado y una variedad de pruebas indirectas en un intento de facilitar el diagnóstico de SIBO.

Las pruebas indirectas incluyen pruebas de aliento y pruebas bioquímicas basadas en el metabolismo bacteriano de una variedad de sustratos. Desafortunadamente, no existe una única prueba válida para SIBO, y la precisión de todas las pruebas actuales sigue siendo limitada debido a que el cultivo no es un método gold standard.

La presencia de >10 5 unidades formadoras de colonias por mililitro (ufc/ml) de bacterias de tipo colónico en cultivos de aspirados yeyunales es el gold standard tradicionalmente aceptado para el diagnóstico de SIBO. Sin embargo, éste es invasivo y carece de aceptación universal en términos de valores de corte para diagnosticar la enfermedad, es propenso a la contaminación cruzada de microbios orales o saliva y no toma muestras del intestino delgado más distal, y los mejores valores de corte para diagnosticar SIBO siguen en debate. En la práctica clínica, los métodos de cultivo han sido reemplazados en gran medida por pruebas de aliento, que son pruebas simples y no invasivas para el diagnóstico. Estos se basan en la medición de gases exhalados como hidrógeno (H2) y metano (CH4) después de una exposición a carbohidratos. DOI: 10.14309/ajg.0000000000000504

La prueba con lactulosa se basa en las propiedades de ésta y de que no se absorbe a través del intestino delgado, llegando inalterada al colon, donde es metabolizada por la flora bacteriana. Cuando las bacterias entran en contacto con la lactulosa, la metabolizan y producen gases intestinales, como metano e hidrógeno, que pueden detectarse y analizarse en el aire espirado. En la población sana, las bacterias no están presentes en el duodeno y, por tanto, se necesitan al menos 2 horas para que la lactulosa llegue al colon y sea metabolizada. Por lo tanto, un aumento de las concentraciones de hidrógeno en el aire espirado dentro de 90-120 minutos sugiere fuertemente un crecimiento excesivo de bacterias y contaminación del intestino delgado. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/16567886/

Estrategias de tratamiento

El tratamiento del SIBO debe centrarse en primer lugar en la corrección de los hábitos alimentarios y dietéticos incorrectos que normalmente subyacen al trastorno (por ejemplo, el uso excesivo de comida rápida) y luego en la reducción de la colonización bacteriana del intestino delgado mediante diferentes métodos.

En este sentido, el uso de antibióticos no absorbibles de acción local sería particularmente útil para reducir inmediatamente el recuento bacteriano en espera de los efectos beneficiosos de acción lenta de las medidas dietéticas. La descontaminación del intestino delgado tiene más éxito cuando se prescriben probióticos (tanto después de los antibióticos como de forma independiente), que suprimen la flora oportunista, protegen la capa mucosa, mejoran la digestión y detienen la diarrea. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/17378388/

Se realizó un estudio cuyo objetivo fue evaluar el efecto de una mezcla de cuatro especies de probióticos (Saccharomyces boulardii , Bifidobacterium lactis BB-12, Lactobacillus acidophilus LA-5 y Lactobacillus plantarum ) sobre los síntomas de pacientes con SIBO y otros con síndrome de intestino irritable.

El resultado fue que los pacientes con SIBO se beneficiaron en gran medida de la administración de esta preparación específica de probióticos de múltiples cepas. El estudio también demostró que muchos aspectos clínicos relacionados principalmente con la mejora de la forma de las heces y la satisfacción de la función intestinal después del tratamiento con probióticos se observan entre pacientes con síndrome de intestino irritable, independientemente de la presencia de SIBO. https://doi.org/10.1007/s12602-018-9401-3

 

Complementos alimenticios de Salengei

Hemos hablado anteriormente acerca de los múltiples beneficios de los probióticos y ésta no es una excepción. Para obtener una idea más certera acerca de estos microorganismos, podéis acceder a nuestros artículos publicados en nuestro blog, pinchando aquí y aquí.

También se han obtenido buenos resultados en la combinación del anterior junto al uso de fibra. Aquí os dejamos nuestro artículo para comprender un poco más acerca del tema.

Active Flora es un complemento alimenticio con cepas bacterianas (Megaflora-9 EVO), fibras, Saccharomyces Boulardii y aloe vera para el tratamiento de la salud gastrointestinal y especialmente indicado para aquellos con un diagnóstico de SIBO.     

Megaflora-9 EVO es una mezcla bacteriana con mil millones de bacterias por cada gramo de producto, lo que equivale a dos cápsulas. Contiene Bifidobacterium lactis, Enterococcus faecium, Lactobacillus acidophilus, Lactobacillus paracasei, Lactobacillus planta rum, Lactobacillus salivarius, Lactococus Lacti., de forma que sinergiza el efecto de los probióticos optimizando los resultados.

Megaflora-9 EVO actúa a 3 niveles. En el nivel 1 lo hace a través de interacciones microbio-microbio, previniendo la colonización y sobrecrecimiento de bacterias potencialmente patógenos. En el nivel 2 lo realiza crea interacciones entre el microbio con el epitelio intestinal. De esta manera, compite con las bacterias patógenas por la adhesión a los receptores y así protege la función de barrera. Por último, en el nivel 3 se reflejan las interacciones microbio-sistema inmune. Las bacterias disponibles logran estimular el sistema inmune para producir anticuerpos frente a las patógenas.

Por otro lado, Active Fibra Inteligente es un complemento alimenticio de naturaleza prebiótica, a base de plantas, mucílagos, fibras y minerales diseñado para restaurar, optimizar y mantener la salud y el tránsito intestinal. La dosis inicial puede iniciarse con 1 cuchara dosificadora de 9g al día. Para la dosis de mantenimiento, se sugiere ½ cucharada dosificadora de 4,5g al día.

Active Fibra Inteligente contiene un complejo de varias plantas medicinales como raíz de diente de león, cutícula de la semilla de ispágula, aloe vera, garcinia cambogia y resina de boswelia Serrata, musgo islandés. Cada una de estas plantas, además de sus propiedades medicinales, aporta una forma distinta de fibra. Todas juntas crean una sinergia con un potente efecto nutritivo-prebiótico.

Conclusión

En conclusión, nuestro viaje a través del laberinto del SIBO ha revelado sus complejidades, desde su seguramente intrincada y no bien conocida fisiopatología hasta los desafíos de diagnóstico y las estrategias de tratamiento.

La integración de hallazgos de estudios y ensayos realizados por los investigadores garantiza la precisión y exactitud de la información presentada. A medida que navegamos por el panorama cambiante de la salud gastrointestinal, es primordial una comprensión matizada del SIBO, que ofrece una base para mejorar los resultados de los pacientes y allana el camino para futuras investigaciones.

Como bien sabéis, las opciones ofrecidas por Salengei, no pretenden de ninguna manera saltear el consejo médico y son solamente coadyuvantes en el tratamiento indicado por los profesionales idóneos.

Esperamos nuevamente que este artículo haya sido de vuestro agrado, os deseamos muy felices Fiestas y que el año próximo venga cargado de salud, optimismo y ganas de seguir explorando el mundo de bienestar.

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