¿Estrés en verano?

El verano es una época de cambios, donde se trastoca todo. En este post hablamos del estrés que sufrimos en verano, porque aunque no lo parezca, sí que sufrimos más estrés que otras épocas y cómo podemos aliviarlo. 
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Algunos de vosotros ya estáis de vacaciones y otros ya vais preparando todo para ese momento “mágico” que nos supondrá un respiro de nuestros quehaceres cotidianos, Pero… ¿qué pasa con los preparativos? Asociamos el verano a tranquilidad y libre de estrés, sin embargo, eso no es del todo cierto… Hoy queremos hacer un acercamiento a las vicisitudes que ocurren en los momentos previos al tan merecido descanso estival. En este post queremos hablar de un tema que poco se habla, que es el estrés prevacacional y cómo podemos aliviarlo.

 

¿De qué se trata?

El estrés prevacacional es el nombre que le damos a ese estado de nerviosismo, preocupación y ansiedad que puede provocar el acercamiento inexorable de las vacaciones. Es la sensación de verse completamente superado por tareas que debemos concluir antes del receso de verano. A esto habría que sumarle la percepción de incapacidad para hacer frente a toda la carga laboral y familiar que aún queda pendiente.

Pero en todo caso, el nombre no es lo importante puesto que el término “vacaciones” se limita solamente a especificar el contexto en el que puede aparecer el problema del estrés. Como ocurre con cualquier otro tipo de estrés, suele ser el resultado de una interacción entre las demandas de nuestro entorno y nuestras propias habilidades para afrontarlo. 

 

¿Cómo se produce?

Este tipo de estrés comienza cuando nos damos cuenta de la gran cantidad de compromisos que hemos asumido y a los futuros que debemos hacerle frente. El estrés es la percepción de contar con una cantidad de tiempo limitado y en la que deberemos agrupar cuestiones laborales, familiares y de distinta índole. Entre el extenso listado, en verano, hemos de añadir (si es que nos vamos de viaje) el preocuparse por maletas, llevar la ropa adecuada, dejar la casa en orden, encargar el cuidado de las mascotas, programar las actividades, dejar el trabajo al día y un largo etcétera.

Esto se potencia aún más cuando ya en vacaciones, no podemos bloquear nuestros pensamientos y cambiarlos al modo off-work. Al generar un cambio en nuestro entorno, nuestro cerebro primitivo se siente amenazado y eso siempre es problemático. Como todos los animales, los seres humanos somos criaturas de hábitos. Lo que hacemos depende más de las circunstancias que de cualquier otra cosa. Nuestra rutina diaria no es solo lo que hacemos en el día a día; es más un caso de todos esos ‘desencadenantes’ que existen en nuestro entorno y hacen que actuemos de una forma u otra. Cuando nuestra rutina sufre un cambio –por haber cambiado de residencia o de trabajo, por ejemplo– se hace más difícil mantener nuestros hábitos hasta que establecemos nuevos desencadenantes de nuestro comportamiento. 

Cuando estamos de vacaciones, estas señales del entorno cambian. Ya no hay una hora fija para levantarse, y otras rutinas diarias (como comer o hacer ejercicio) también sufren modificaciones. Esto puede que parezca no causar ningún tipo de problema y, sin embargo, el estrés, como muchos otros problemas, es causado por una acumulación.

Otra fuente de presión durante las vacaciones es puramente cultural y relativamente nueva: la presión de pasarlo bien. Vivimos en una cultura que parece obligarnos a estar -y parecer- siempre felices. Nuestra vida tiene que ser una sucesión continua de fiestas con amigos, trabajo productivo, hermosos atardeceres y vacaciones exóticas y perfectas. Y si nuestras vacaciones no son así, puede que tengamos la sensación de estar haciendo algo mal.

 

 

¿Cómo se soluciona?

Entonces, ¿qué podemos hacer para evitar o al menos controlar este problema? He aquí algunas ideas para que todo este cúmulo de cosas no nos afecten de manera negativa.

  1. Planifica con antelación. Sabemos que esos días de caos se acercan y en nuestro interior vamos acumulando presión al no saber qué hacer. Lo mejor es planificar las actividades prevacacionales con tiempo, de manera que cuando llegue el momento, podamos continuar con nuestra rutina sin mayores sobresaltos.
  2. Descárgate una app que te permita organizar cuestiones de vacaciones sin tener que cargar con correos electrónicos, reservas, itinerarios y demás quehaceres (TripIt, TripCase o Viajes Sygic).
  3. Establece metas realistas. De nada sirve tratar de abarcar todo al mismo tiempo. La autoexigencia no es una buena consejera y nos puede llevar al síndrome del burnout.
  4. Organiza tu trabajo y aprende a delegar. No puedes estar al corriente de absolutamente todo lo que ocurre en tu trabajo. Confía en los demás y delega responsabilidades en tus compañeros.

Y ya cuando estamos de vacaciones, comienzan una serie de autoexigencias que también pueden dinamitar el merecido descanso y hasta pueden arruinar lo que tanto hemos ansiado el resto del año. Es por ello que conviene tener en cuenta los siguientes tips para disfrutar sin culpas.

  1. Establece una rutina alternativa. Descansar no significa no hacer nada sino cambiar lo que hacemos. Hay que dedicar tiempo a las cosas que traen bienestar y felicidad. Si nuestras vacaciones son meramente sedentarias y no buscamos estímulos interesantes, acabaremos cansados. Es buena idea crear una rutina alternativa, más relajada que la laboral pero que cumpla la misma función: mantenernos activos y llenar nuestra vida de estímulos agradables.
  2. Busca nuevos pasatiempos. Unas buenas vacaciones pueden ayudarnos a reconectarnos con nosotros mismos, funcionando como vehículo de autodescubrimiento y ayudándonos a volver a sentirnos lo mejor posible. Un buen antídoto contra el estrés de las vacaciones es cultivar intereses que podamos llevar a cabo solos; de esta forma, siempre tendremos un refugio cuando otras cosas en la vida no vayan como nos gustaría. Y si realmente son cosas que podemos hacer solos (fotografía, lectura, pintura, etc.) nos permiten tiempo solo para nosotros en una época del año que suele incluir mucho contacto familiar al cual no estamos acostumbrados.
  3. Promueve tu bienestar general. Un estudio encontró que tres días después de las vacaciones, las molestias físicas de los sujetos, la calidad del sueño y el estado de ánimo habían mejorado en comparación con antes de las vacaciones. Estas ganancias aún estaban presentes cinco semanas después, especialmente en aquellos que tenían más tiempo personal y satisfacción general durante sus vacaciones. https://doi.org/10.3390/ijerph15010130
  4. Fortalece los lazos familiares. Pasar tiempo disfrutando con los seres queridos puede mantener fuertes las relaciones, ayudándote a disfrutar más los buenos momentos y a superar el estrés de los tiempos difíciles. De hecho, un estudio realizado por el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Arizona, en Estados Unidos, encontró que las mujeres que tomaban vacaciones estaban más satisfechas con sus matrimonios. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/16218311/
  5. Toma un descanso del trabajo. Si no puedes dejar de lado el trabajo (y eso incluye incluso pensar en ello), tendrás la sensación de estar solo en parte de vacaciones, y no podrás descansar de verdad. Es mejor no tomar llamadas telefónicas o correos electrónicos que tengan que ver con el trabajo, ni cometer el error de “adelantar” el trabajo en nuestros momentos libres. No eres tan imprescindibles para tu empresa.

 

Los suplementos pueden ayudar

Active Stress Control es un complemento alimenticio con DHA y complejo de vitaminas del grupo B indicado para aliviar los síntomas asociados al estrés, el cansancio y la fatiga. Contiene ácidos grasos Omega-3 procedentes de aceite de pescado de extracción en frío (76% DHA en forma de triglicéridos) y vitaminas del complejo B. El DHA contribuye a mantener la función normal del cerebro y de la visión.

Las vitaminas del complejo B colaboran con el mantenimiento normal de la visión, disminuyen el cansancio y la fatiga, favorecen el funcionamiento normal del sistema nervioso, estimulan la función psicológica normal y fortalecen el rendimiento intelectual.

Por otro lado, un grupo de investigadores en Francia realizaron uno de los estudios más importantes sobre la conexión entre los ácidos grasos omega-3 y el estrés. En este estudio se midió la respuesta al estrés ante ejercicios de aritmética mental y otros factores estresantes, la cual se realizó antes y después de suplementar al grupo de estudio con 7,2 g/día de aceite de pescado, durante tres semanas. Se evaluaron parámetros bioquímicos como los niveles de cortisol plasmático, de catecolaminas (epinefrina y norepinefrina) y de ácidos grasos no esterificados.

Como resultados se obtuvo que la respuesta al estrés, incluidas las elevaciones de cortisol, epinefrina y grasas, disminuyeron significativamente durante la suplementación con ácidos grasos Omega-3, llegando a la conclusión de que la activación suprarrenal podría inhibirse mediante la ingesta adecuada de ácidos grasos omega-3. DOI: 10.1016/s1262-3636(07)70039-3

 

Conclusión

Tomar una buena cantidad de tiempo lejos del estrés de la vida diaria puede darnos el descanso que necesitamos para que podamos regresar a nuestras vidas renovados y mejor equipados para manejar las cuestiones laborales. Y muchos nos sentimos abrumados con el sólo hecho de pensar en las vacaciones de verano y todo lo que ello conlleva.

Es por ello que teniendo en cuenta algunos simples consejos y sumándole un complemento alimenticio especifico como Active Stress Control, podemos dar batalla a cuestiones psicológicas que pueden jugarnos en contra en el periodo prevacacional así como también durante el descanso.

Esperamos que podáis planificar vuestras vacaciones con tiempo, disfrutar del proceso y desconectar, aunque sea algunos días del trabajo para aprovechar el tiempo libre, ya sea en soledad o en familia.

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